jueves, 16 de julio de 2009

faltan pocos días para irme y yo sigo acá, inmóvil en el ortocentro de mi hogar y sin ser capaz de despegar. hoy estaba acostada sobre dos (2) almohadones del sillón de Luz y me di cuenta que esa era exactamente la misma posición que mantuve durante todos los días de la semana previa a mi partida hacia san josé. nunca nos bañamos en el mismo río, e vero pero siempre nos bañamos igual: primero enjabonamos acá, después la esponja por allá, el peine por el pelo repitiendo los movimientos sistemáticos todos los días del año abiertos las 24 hs. mañana tengo que salir al mundo y de a ratos toda la angustia que descarga un tren nervioso en el estómago porque no quiero nada de esto: ni el dolor de cabeza, ni las puntadas atrás del párpado, persistentes ni el constante ardor de las amígdalas cada vez que como, hablo o respiro hondo. me quedan cinco noches que desearía que fueran instantáneas o eternas, según con quién esté o según la actividad que me competa. la luz al final del túnel vienen de la mano de weather channel que me prometen 33 grados celcius de ahogo y un verano que va a durar de agosto a marzo, todo íncluido. quedan sólo los detalles, muchas horas de viaje y esta virosis (dijo la doctora y yo siempre odié el virósico al igual que el infestado porque viral e infección son más pro, yo se que sí porque para eso iguá y mataojos llueva o truene durante 4 años). irónicamente lo que mas persiste en mi dolorida mente es que estoy adicta a las conferencias de la fundación juan march y que el color fuscia me parece un color potente pese a los prejuicios. me gusta el fuscia, soy nena y me la banco.

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